Ann Arbor, Michigan, 15 de septiembre del 2011
Llegué en la noche a Santa María. Lo primero que tuve que hacer es retratar el cartel a la entrada del pueblo. Pienso que era una manera de asegurarme a mi misma que había llegado de verdad al lugar—ya casi mítico en mi memoria—donde pasé varios años de mi juventud estudiando las costumbres tradicionales. El día siguiente empecé a caminar por el pueblo, temiendo que iba a faltar mucha gente que había conocido más de veinte y treinta años atrás. Poco a poco me fui encontrando con muchos de los que conocí entonces. Esto me llenó de alegría. Había tardado demasiado tiempo en volver—la canción dice que veinte años no es nada… pero creo que veinte años son… veinte años. Tiempo. Vida. Caminos andados. Por cierto, que Hilaria me regañó cuando me vio, diciéndome que porque no había venido antes. Sinceramente no se como el tiempo pasó tan rápido. Lo bueno es que pude volver al fin. Y diré que vi el pueblo muy bonito. Las casas están bien arregladas, igual que la iglesia, y me encantó ver que la antigua escuela ahora se utiliza para ejercicios y computación. Di un paseo hasta Las Eras y recordé como en veranos lejanos había tanta gente allí trillando que una vez hablando con Loli, lo llegamos a comparar a Times Square en Nueva York!! Ahora ha caído un silencio sobre Las Eras, pero se sigue respirando su aire limpio y sano de montaña, y el cielo es un poco más azul desde allá arriba. Sigue siendo para mi uno de los lugares más lindos que he visto. Santa María tiene algo especial como pueblo. Creo que fue una suerte que el primer lugar al que fui en mis viajes como antropóloga fuera este pueblo al pie de la Cordillera Cantábrica que mi profesor eligió para mí. Allí hace años encontré un sentido fundamental de la humildad y el valor de todos los seres humanos. Esto lo volví a presenciar hace unos días al ser recibida con cariño por todos los que pude saludar en este viaje de regreso. Nunca podré olvidar Santa María. A pesar de ser extranjera y muy joven cuando llegué en el pueblo por primera vez, me recibieron a mi y a mi esposo David con gran amabilidad y me ayudaron en mis estudios. Tuve el privilegio de conocer a los que fueron los abuelos y bisabuelos de los que sois la joven generación, vosotros que entráis a este sitio buscando información sobre vuestras raíces. Espero que para el próximo año se llegue a publicar mi libro en castellano para poder devolveros una pequeña parte de las memorias de vuestros antepasados. Qué siga adelante el pueblo y esta magnífica página web, que nos une a todos, estemos cerca o lejos del pueblo.
Un abrazo.
Ruth
Hola Ruth, soy Noelia la nieta de Emigmenio, me emociona leer los sentimientos q tienes hacia nuestro pueblo y «tambien el tuyo», nos a encantado verte de nuevo y esperamos q la proxima vez…. no pasen 20 años.
Un beso enorme.
Noe.
Que bonitas palabras….. sinceramente me he emocionado y enternecido al leerlas. Saludos de un admirador tuyo.
Gracias: Herminio Carral
yo no soy de este pueblo y aun asi me emociona ver como hablas de el,ojala todos los pueblos tuvieran algo asi ,y alguien asi ,yo te doy las gracia por que gracias a ti estoy conciendo un pueblo nuevo,que me gusta como a crecido y todo s deberian agradecertelo y sentirse orgullosos,un beso muy fuerte aunque solo te he visto una vez ,hasta pronto
ahora suelo ir de pascuas a ramos a este pueblo encantador, pero cuando era mucho mas joven conocí a gente amable, sencilla y que nunca olvidaré, parte de mi corazón se quedó con un pequeñin y allí descansa a pocos km del pueblo, no habiendo día que no me recuerde de él.
GRACIAS Ana y en nombre también de tú hermana Inés, por no olvidar que parte de tu corazón se quedó con el «pequeñin» y descansa cerca del pueblo.
Gracias, gracias…y cuida a tus pequeñinas…porque crear y criar hijos merece la pena. Así es la vida…..Besos.