El día de ayer nos dejó una vecina de este pueblo, Isolina.
No puedo por menos de mostrar mi sentimiento con unas lagrimas al recordar muchos momentos de mi vida y aparecer el rostro de Isolina, Venerable y de Miguel, su hijo. Aún recuerdo con mucho cariño cuando todos los viernes llegábamos de fin de semana y cruzaba por la huerta de mi abuela María hacia la casa de Isolina y Venerable, aquella casa que albergaba la fragua, para ir a recoger la leche del ordeño diario y que muchas veces aún no había terminado.
Siempre ha sido una familia muy ligada a la nuestra, bien sea por la cercanía de las viviendas, bien porque además, era una de las mejores amigas de mi abuela María Rivero.
Siempre recordaré tus magdalenas o pastas de nata que nos hacías llegar, cuando muchos Sábados o Domingos, hacías en el horno de la Bilbaína.
Sirva este mensaje como un pequeño homenaje a una mujer luchadora y trabajadora.
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